jueves, 3 de febrero de 2022

Mortalidad invernal


Todos los años se repiten en los foros de internet quejas de apicultores que dicen haber perdido un gran número de colmenas. Si ellos no tienen claro que han muerto a causa de del parásito "varroa", rápidamente cualquiera se lo confirma sin siquiera saber donde estaban las colmenas.

Desde mi experiencia como veterinario  y como apicultor puedo afirmar que una visión tan simplista de los problemas es la primera razón por la cual éstos se perpetúan a lo largo de los años. No podemos achacar todas las mortalidades de colmenas a una única causa y lo que es más grave aún es determinar una causa sin valorar los factores que han incidido ni los signos y  sintomas de las colmenas muertas o moribundas. A continuación voy a exponer algunas condiciones de las colmenas que inician la invernada que van a favorecer que no superen con vida este periodo:


    EDAD DE LA REINA

    Como casi todos sabemos la esperanza de vida de una reina no suele sobrepasar los 4 años de edad, salvo que se haya conservado en un reducido espacio que la haya limitado su puesta, como sucede con las reinas que preservamos para pies de cría. 

    En un colmenar donde no renovemos artificialmente las reinas es lógico pensar que se encontrará un 25% de reinas de cada grupo de edad de 1 a 4 años.

     En el norte de España, lejos de la costa, como es el caso de León, donde me encuentro, durante otoño e invierno, como consecuencia de las bajas temperaturas que determinan la escasez de recursos florales se suprime o al menos se reduce mucho la puesta de la reina y  se anula la presencia de zánganos, teóricamente innecesarios; en estas condiciones se hace muy difícil que una colmena con una reina vieja o defectuosa pueda sustituirla por una reina fecundada de manera natural. Por esta razón, cuando no intervenimos sobre la edad de las reinas de nuestros colmenares, podemos asumir como natural y esperable una pérdida del 12,5% de las colonias durante el periodo invernal sin la intervención de un  agente infeccioso.

    Si el apicultor tiene por costumbre para repoblar o incluso incrementar el censo de sus colmenas la recogida de enjambre libres, incluso lejos de su colmenar, y más aún si desecha los jabardos, es lógico pensar que la población de reinas con que llegará al otoño estará más envejecida de lo normal (mayor porcentaje de reinas de 3º y 4º año del 25% cada una). Así pues, la mortalidad invernal que experimentarán esos colmenares superará el 12,5%.


Si por el contrario, renovamos las reinas cada uno o dos años, o multiplicamos nuestras colmenas produciendo núcleos, estamos bajando la edad media de nuestras reinas y será esperable una mortalidad invernal natural inferior al 12,5%.

    

    POBLACIÓN DE ABEJAS QUE LLEGAN AL PERIODO INVERNAL

    En los foros son frecuentes los comentarios de colmenas que han muerto despobladas y que sin embargo semanas antes estaban llenas de abejas. ¿Síndrome de desabejamiento?



    Sucede cada vez más frecuentemente que tras veranos y otoños con escasez de recursos florales, tras graves sequias o fuertes heladas, las colmenas llegan a la invernada con mucha abeja vieja, nacida en junio-julio, pero sin abeja joven ni cría; lo mismo que nacieron todas las abejas en pocos días, en pocos días mueren. Como es habitual las abejas viejas mueren fuera de la colmena y no se encontrarán dentro sus cadáveres. Aparecerán dentro de la colmena unas pocas abejas jóvenes vivas o muertas por frío.

    En otras ocasiones como consecuencia de una reina vieja, en casos de colmenas que arrastran alguna enfermedad (varroas, loques, etc.) ó enjambres con reinas nuevas que no han tenido tiempo de desarrollar su población,  la colmena llega a la invernada con poca población, si bien la edad de las abejas está equilibrada por lo que no desaparecen de golpe, pero mueren cualquier día consecuencia de una fuerte helada.



RESERVAS DE MIEL Y POLEN

    Al acercarse el periodo invernal, tras realizar el preceptivo tratamiento antiparasitario, podemos estimular las colmenas para intentar aumentar la población de abeja. Además debemos valorar las reservas de miel viendo la distribución de la miel en los diversos cuadros y dentro de cada cuadro, y cuando tengamos más práctica, estimando  el peso de las reservas por levantamiento de la colmena.

    Si la colmena entra en la invernada con pocas reservas y no se suplementa con alimento sobre los cuadros, posiblemente muera de hambre, sobre todo si la llegada de la primavera se retrasa.

     Las temperaturas del día afectará al descenso de las reservas, aumentando su consumo las temperaturas altas que estimulan la salida de las abejas a explorar el campo.

    En ocasiones hay colmenas que pasan el invierno sin haber consumido apenas las reservas y se da la situación de que casi no tienen espacio para la puesta de huevos de la reina, con lo cual la población está envejecida y puede disminuir rápidamente hasta ser inviable. En este caso, deberíamos detectar la situación antes de que la población estuviera en declive y extraer un cuadro de reserva e introducir un cuadro estirado vacío en el centro del nido de cría. Al comenzar a criar  con fuerza las reservas empezarán a mermar, dejando más espacio libre para la cría.

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